El P. Maurice SCHROEDER, oblato y doctor médico, ha regresado recientemente a su tierra natal, tras muchos años de misión en Perú. Aquí medita sobre su experiencia de volver a casa.

El hospital y la clínica de salud en el Río Napo en las profundidades de la jungla peruana. Fue aquí que el P. Maurice Schroeder sirvió por más de 30 años.

TRITE [Trillado] (adj.) – Según el Diccionario Webster significa: “Usado hasta el punto de haber perdido su relevancia e interés, sin frescura que capte la atención o el interés”.

Vivimos rodeados de lo ya trillado en la vida. Pero de vez en cuando una realidad trillada se abre paso en nuestra conciencia para sorprender con un nuevo significado.

Recientemente he tenido uno de esos momentos trillados. Dejé Saskatchewan en 1954 con 17 años tras haber terminado la 12ª clase en el Colegio Santo Tomás de Battleford Septentrional. En agosto de 2017 fui “repatriado” a Saskatchewan, más en concreto a Battleford, por mi 80º cumpleaños, tras muchos años en nuestra misión de Perú.

Era el fin de un ciclo. En Perú simpre fui distinto de las personas con las que viví. Mi apariencia era distinta. Hablaba distinto. El color de mi piel era distinto. Mi estatura era distinta. Mi mentalidad era distinta.

Ser distinto hace tiempo que se había vuelto algo común y que había perdido su relevancia e interés. En mi propia mente estaba ya acostumbrado a ser un extranjero [N. del T. – las palabras escritas en cursiva significan que fueron escritas en español en el orginal]. Mi documentación oficial durante los últimos 40 años ha sido un carnet de extranjería peruano. Entonces, una mañana salí del Hospital de Battleford Septentrional. De pronto me di cuenta de que las personas entre las que me movía y con las que interactuaba eran de mi misma estatura, edad y color. Hablaban como yo. Su apariencia era justo como la mía. Gran parte de ellos andaban incluso como yo. Ninguno me miraba como si fuera distinto de ellos.

Al cruzar la zona de estacionamiento, mi “momento trillado” colapsó y me hizo detenerme para interiorizarlo. Dije al viento: “¡Ya no soy un extranjero!”.

¿Trillado? No. ¿Significativo (para mí)? ¡Sí! En mi imaginación hay una mujer detrás de mí en la acera donde me detuve. Ella me empujaba murmurando: “¿A quién le importa, Mac? ¡Aparta de mi camino!” (Oblate Spirit, febrero de 2018).