Nunca es demasiado tarde para amar

Haiti

Publicado Originalmente en OMIWORLD.ORG

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Para El P. Fred Charpentier, OMI, Director del Hogar San Esteban

577-lovestory-1“El amor es ciego”, dicen; y ¿qué me dicen del “amor a primera vista”? Al inicio del año, en enero, constatamos en el Hogar San Esteban, nuestro hogar para ancianos desfavorecidos en Les Cayes, Haití, que ambas cosas son ciertas. Ésta es la historia del enlace de dos de nuestros residentes, Ludger Cavaillon (de 78 años) y Acélia Joseph (80 años, y ciega).

Ludger Cavaillon ya no podía trabajar en el campo de su pueblo natal, Maniche, donde se empleaba en los jardines de otras personas – no sólo porque estaba a punto de cumplir 76 años y estaba exhausto, sino sobre todo a causa de una úlcera crónica en su pie izquierdo. Nunca se casó, así que apenas dejó familia, ni parientes cercanos que cuidaran por él. Un día, alguien le trajo a Les Cayes para recibir tratamiento y cuidado de las Misioneras de la Caridad (El Hogar de Madre Teresa). Y así, las hermanas, como siempre, le aceptaron con alegría e iniciaron el tratamiento y su cuidado. Pero la herida no cicatrizaba. Iba a ser un largo tratamiento, así que las Hermanas le remitieron a nuestro Hogar para ver qué podíamos hacer por él. Ingresamos a Ludger justo antes de Navidad, en 2014, y nuestro equipo de enfermería inició el tratamiento de su pie inmediatamente. Tras muchas semanas sin ninguna mejoría, nuestros doctores le enviaron a un especialista en el hospital general de la ciudad. Allí, Ludger fue mejorando día tras día, yendo y viniendo desde el Hogar al hospital hasta que, después de muchas semanas, su pie mejoró y finalmente curó. Ludger se puso tan contento de poder caminar de manera normal una vez más que incluso se puso a ayudar a los otros residentes en silla de ruedas, llevándoles de aquí para allá cuando lo necesitaban.

En abril de 2016, llegó un nuevo residente al Hogar, gracias a la gestión de una enfermera del hospital local, el mismo hospital en el que Ludger quedó sano. Acélia Joseph, de 80 años y ciega, había sido arrojada y abandonada allí. La habían desatendido y, definitivamente, necesitaba más cuidados. La enfermera que cuidaba a Acélia era una amiga de la plantilla del Hogar y de la clínica. Ella preguntó si podíamos aceptar a Acélia. Nos ocupamos de ella inmediatamente, sin hacer más preguntas.

Dotada de una personalidad burbujeante y con buen sentido del humor e ingenio, Acélia pronto se hizo amiga de todos. En algunas semanas estaba de nuevo en pie, aunque necesitaba su silla de ruedas para moverse tanto como quería. Ludger entró y se ofreció a llevarla por la casa y pronto se hicieron inseparables, mejores amigos… y ahora… para la guinda del pastel…

A mediados de enero de este año, los dos tortolitos decidieron compartir con nosotros sus planes de “fuga”, pidiéndonos si esto sería posible, ya que estaban experimentando ciertas reticencias de los nietos de Acélia, que se oponían a sus planes de matrimonio. Para Ludger, no había ningún problema, ya que el último de su familia desapareció en octubre, con el huracán Mathew. Les aseguramos que tenían todo el derecho del mundo a decidir por sí mismos si querían casarse… finalmente. Así que no fue necesaria ninguna fuga. No es que fuera un problema para nosotros, pero habríamos tenido que llevarles nosotros mismos a su nueva dirección. El 20 de enero de 2017, ambos dejaron el Hogar con Yvenel, nuestro hombre de relaciones públicas y la Srta. Casséus, una enfermera del Hogar, con destino a la casa del primo de Acélia, en la cercana Cavaillon. Desde allí, finalmente terminaron en el pueblo natal de Acélia, San Jorge, con la ayuda de su antiguo pastor evangélico. Hoy todavía tienen planes de matrimonio tan pronto como puedan llevarlos a cabo.

Yvenel, Marie Marthe y la Srta. Casséus fueron recientemente a visitarlos a la aldea de San Jorge y sorprendieron a la pareja en el complejo evangélico. Acélia acababa de terminar un servicio de sanación con Ludger donde oraban para obtener un milagro para recuperar su vista. Estaban muy felices de encontrar a sus visitantes y no podían salir de su asombro al ver que la plantilla del Hogar hubiera salido y les hubiera localizado para venir a verles una vez más. Los visitantes del Hogar les aseguraron que volverían otra vez, quizás con ocasión de la boda, si Dios así lo quería. Así que eso de que ¡”el amor es ciego” y “el amor a primera vista” suceden de verdad! Créanme; ¡nunca es demasiado tarde para decir SÍ!

 

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